ORACIÓN POR LA PAZ

MONICIÓN ENTRADA

Nos hemos reunido aquí esta tarde, porque queremos contemplar a Jesús en la Eucaristía y compartir juntos este rato de oración.

 Ponemos ante el Señor nuestras dificultades, nuestros logros y momentos buenos, pero también nuestras limitaciones y errores, para que nos ayude a superarnos, nos ayude a amar a Dios.

Pedimos especialmente por todos los conflictos y guerras en tantos sitios del mundo: Africa, Ucrania, Palestina, Israel; por todos esos hombres, mujeres y niños que mueren en ellos.

Pedimos también hoy, por la PAZ, tan necesaria como nunca en nuestros tiempos. Paz en las familias, paz en nuestra sociedad, paz en nuestros países. Paz en el mundo entero.

El Señor es AMOR. Quiere la paz y la concordia entre los hombres.

AMÉN

SALMO

R/.   Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza:

        Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

         Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza:

          Dios mío, peña mía, refugio mío,

          escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

          Invoco al Señor de mi alabanza

          y quedo libre de mis enemigos.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza:

                 Viva el Señor, bendita sea mi Roca,

                  sea ensalzado mi Dios y Salvador.

                  Tú diste gran victoria a tu rey,

                  tuviste misericordia de tu ungido.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza:

EVANGELIO

  • Lectura de san Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».

Él le dijo:

«»Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».

Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

REFLEXIÓN

Los seres humanos estamos hechos para amar. Nuestro corazón necesita adherirse a algo para vivir, sino terminamos un poco agobiados y con la sensación de que algo nos falta. Este domingo la Iglesia nos invita a reflexionar sobre cómo es el amor cristiano, ya que en el amor al prójimo hacemos patente el amor de Dios.

En el diálogo entre Jesús y el maestro de la ley, nos encontramos la preocupación de Mateo en enfatizar la importancia del amor al prójimo como regla de oro del cristiano.

En el corazón de aquella comunidad, queda un poco de las preocupaciones de qué es más importante amar; ¿la norma, los mandamientos, la moral?

Esta pregunta se nos hace contemporánea a nosotros.

¿En qué pongo la confianza en el seguimiento de Jesús? ¿a qué se pega mi corazón? ¿cuál es el mandamiento más importante?

La respuesta de Jesús pasa por dos momentos:

 En primer lugar, trae el recuerdo de la Alianza, “escucha Israel, amarás al Señor tu Dios”. Eso es lo central de ser elegidos, amar a Dios.

En segundo lugar, cómo debemos hacerlo, es decir amando al prójimo

 Con esto, estamos dando la respuesta adecuada a nuestro ser cristianos y así ser rostros de Dios en nuestro mundo.