HOMILIA XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

Estamos en el mes de noviembre, mes de los difuntos. Estamos terminando el tiempo ordinario y eso hace que sea normal hablar del más allá, de la muerte, de la resurrección. En un lenguaje cristiano de la vida para siempre.

Es un tiempo para buscar la sabiduría de la que nos habla la primera lectura. La sabiduría que adquieren los que la buscan, los que la aman. Esto requiere tener siempre una actitud de búsqueda. Dios es la fuente de esa sabiduría. Si entramos por este camino tendremos la posibilidad de conocer más a Jesús.

Querer conocer a Dios nos convierte en personas sensatas que tienen buen juicio. Hay por la vida muchas personas buenas pero que viven su vida sin necesidad de Dios, de celebrar la Eucaristía, sin leer la Palabra de Dios y en este caso falta una pata importante como personas para nuestra integridad.

Dios viene a nuestro encuentro. Tenemos que ser sabios y prudentes. Conocer a Dios y actuar consecuentemente. Nadie puede prepararse por mí. Nadie puede ir a misa por mí. Nadie puede ser sabio o prudente por mí. Por eso hoy nos encontramos con la parábola de las vírgenes prudentes y necias, que responde a los discípulos de Jesús que son necios o discípulos de Jesús que son sensatos.

Las primeras comunidades cristianas pensaban que iba a llegar pronto la parusía. Pero veían que eso no era así. Entonces, empiezan a surgir preguntas como ¿qué hacer para mantener vivo el espíritu que nos dejó el Señor?, ¿Cómo vivir mientras llega el Señor?, ¿Cómo alimentar la fe para que no se apague?…

Las lámparas encendidas tienen un significado. Tenemos que ser luz para el mundo. El mundo necesita la luz de Jesucristo. El Señor ha venido a pegar fuego al mundo y nosotros tenemos que ser esas personas llenas de Dios que tenemos que ser luz e iluminar a este mundo que en muchos aspectos ha perdido el norte de la vida.

Pero para ello es necesario que conozcamos a Jesús, que no es un ideólogo, ni pertenece a ningún partido político. Para conservar la fe es necesario conocer a Jesús. Necesitamos tener una relación nueva con él. Esa relación la genera la Eucaristía, la oración, la adoración de los viernes en la parroquia. La formación tan necesaria hoy para nuestra vida de fe.

Es urgente centrar nuestra vida, tener templanza, ser hombres y mujeres de fe. Centremos nuestra vida en la persona de Jesús de Nazaret. Hoy la actividad, el stress, la cantidad de situaciones que no tienen que ver nada con la vida de fe, nos pueden desviar del Evangelio de Jesucristo.

Tenemos que ver cómo nuestra lámpara tiene siempre la luz encendida. La mejor forma de tener aceite en la alcuza está en vivir la Eucaristía, dominical y cuando sea posible diaria, participar de la catequesis de niños y también de padres, apoyar la liturgia para hacer las celebraciones más bellas. Los pobres y la caridad tienen que ser nuestros preferidos en la comunidad parroquial. En la medida de lo posible participar de los espacios formativos como pueden ser Vida ascendente para los mayores, formación en Biblia, formación de familias los segundos domingos de mes y todos los espacios formativos que surjan.

Todo esto adquiere mayor sentido porque estamos en el día de la Iglesia Diocesana con el lema “ORGULLOSOS DE NUESTRA FE”. Debemos estar orgullosos de nuestra fe por la cantidad de cosas buenas que ofrece la Iglesia desde la evangelización a la sociedad de hoy. Aunque tengamos que aceptar con humildad algunos comportamientos vergonzosos, la cantidad de respuestas que da la Iglesia a la sociedad nos tiene que llevar a sentirnos orgullosos de nuestra fe.

Esto hace que seamos un grupo de vírgenes sensatas que encienden su lampara e iluminan el camino tanto a la propia Iglesia como a la sociedad civil. De esta manera convertimos el evangelio en vida, construimos el evangelio sobre una roca firme que es Jesucristo.

Esperemos a Jesús con las lámparas encendidas y hagamos de nuestra Iglesia una comunidad viva, alegre, esperanzada donde los pecadores, pobres, débiles, enfermos, ocupen los primeros puestos. El Señor a todos nos bendiga.

         Braulio Carlés

Párroco San José Artesano