HOMILÍA 5º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (04-02-2024)
Muchas veces en la vida iniciamos actividades, compromisos con mucha ilusión, pero con el paso del tiempo, al no conseguir los objetivos que buscamos, nos cansamos o sencillamente nos cansamos al llevar tiempo haciendo ciertas cosas y no ver ningún avance. Todos, experimentamos el cansancio a pesar de nuestros compromisos.
Podemos preguntarnos, ¿a qué es debido todo esto? Puede haber muchas razones pero creo que podemos hablar a grandes rasgos de dos. Por un lado, que queremos estar en todo. Estamos en el grupo de caritas, en el de liturgia, en catequesis. Se hace una actividad en la parroquia y en vez de estar en una parte de esa actividad quiero participar de todo. Me pongo nervioso o nerviosa porque muchas personas que participan en la comunidad parroquial son mujeres, genero tensión, me quito la paz y se la quito a los demás. Entonces, no tenemos porqué estar en todo.
Por otro lado, es señal de que hacemos mucho y rezamos poco. Caemos en el activismo y nos convertimos en una ONG, que está muy bien, pero la parroquia no es una ong, no es hacer el bien y ya está. Tenemos que preguntarnos, ¿desde donde hago el bien?. ¿Mi actividad es una respuesta altruista, sin más? o ¿tengo claro que la razón de lo que hago está en Jesucristo?
Si mi respuesta está en esta línea, obligatoriamente y con mucha humildad tengo que reconocer que tengo que rezar más. Así nos lo enseña el Señor en el evangelio de hoy. Tenemos que ser responsables en la misión a la que el Señor nos envía y en todo momento. Hace unos días Don Julián a los sacerdotes que hay dos cosas que la gente no nos perdonaba. Una era que fuéramos peseteros y otra que les tratáramos mal. Esta segunda creo que se puede extender a todo agente de pastoral. A todas aquellas personas que colaboramos en la parroquia y que sentimos esa corresponsabilidad, esa misión.
Al principio nos comprometemos con ganas e ilusión pero al ver que no se avanza lo suficiente nos cansamos y agobiamos. Si todo es igual que sentido tiene hacer lo que hacemos. Job en la primera lectura nos dice que los días se consumen y hay falta de esperanza. El Papa Francisco en ese primer documento que elaboró “la alegría del evangelio” o “evangelio gaudium” nos habla del cansancio crónico o momentáneo. Si nuestro cansancio es momentáneo es bueno y necesario para cargar las pilas y seguir adelante. Si es crónico quiere decir que algo hemos hecho mal y hemos dejado pasar mucho el tiempo.
San Pablo nos dice que si todo lo hacemos por nuestro gusto esa es nuestra paga. Los cristianos tenemos que hacer todo por el Señor. Jesucristo y su evangelio es lo más importante para nuestras vidas. Si lo hacemos todo por y desde Jesucristo, ahí encontraremos sentido a todo lo que hacemos. Por eso, en esta mañana podemos preguntarnos, ¿cuál es mi paga?, ¿por y para quien trabajo?, ¿cómo continuar?
El evangelio de hoy nos presenta una jornada de trabajo de Jesús. Cura a la suegra de Pedro, a enfermos y endemoniados y al amanecer del día siguiente se va a un lugar tranquilo y se pone a orar. Podemos preguntarnos hoy, ¿cómo son nuestras jornadas?, ¿qué hago durante el día?, ¿cuándo hago oración?.
Jesús se levantó y se puso a orar. Nosotros también tenemos que dedicar un rato largo diariamente a la oración. A veces nos enfadamos, hay cosas que no nos gustan, creemos que no tiene sentido esforzarnos en todo lo que hacemos y lo único que pasa es que estamos corriendo el riesgo de hacer de la parroquia sólo una ong. Nos falta la oración y Jesucristo. Somos gente buena que intentamos hacer cosas buenas, pero si nos falta la oración y Jesucristo va a ser todo muy difícil.
En este sentido podemos preguntarnos, ¿soy coherente con mi fe?, ¿me canso y quiero tirar la toalla? o ¿mi cansancio es momentáneo fruto del trabajo y del esfuerzo?. ¿mi cansancio es un cansancio feliz o es un cansancio tenso y transmito tensión y mal estar?.
Es esencial en nuestra fe y en nuestra comunidad la oración. La comunidad parroquial necesita tener un rato de adoración a la semana, toda la comunidad para presentar todas las cuestiones que más nos importan al Señor y descubrir que tenemos necesidad de convertirnos personalmente pero también convertirnos comunitariamente. Tenemos que ser una comunidad que acoge, que no juzga, que trata con misericordia y que está unida al Papa. Si somos capaces de orar, adorar al Señor, juntarnos los viernes por la tarde a presentar al Señor todas nuestras cosas y las de la comunidad, si somos capaces de orar y tener un diálogo sincero con el Señor estaremos en el camino adecuado para anunciar el evangelio.
Braulio Carlés
Párroco San José Artesano