HOMILÍA 4 DOMINGO T.O. (28-01-2024)
Todos los domingos la palabra de Dios nos interpela. Se reúne la comunidad parroquial para celebrar su fe. Compartir sus alegría y esperanzas, también como lugar de consuelo y fortaleza. En este domingo tenemos un recuerdo especial a los catequistas por todo su trabajo, entrega, desvelos, preocupación por evangelizar. Gracias y que el Señor recompense toda vuestra entrega.
Lo nuevo siempre es mejor que lo viejo o que lo que ya conocemos. En tiempos de Jesús la fe era algo anticuado y no aportaba mucho a la gente, fuera de cargas pesadas que se les imponía. El culto a Dios había decaído. Los ritos no significaban nada, fuera de imposiciones que hacían los fariseos y letrados a la gente sencilla.
El evangelio de hoy nos presenta dos ideas importantes para recuperar el sentido de la fe en tiempos de Jesús y también hoy, porque esta misma reflexión puede valer para nuestros días. Podemos preguntarnos en tiempos de Jesús la gente iba a la sinagoga por tradición, por costumbre, porque cómo se iba hacer de otra manera. Hoy yo, ¿porqué voy a la Iglesia?.
Jesús cura a un enfermo poseído por el diablo. Además, se puede demostrar la bondad de Dios al ver el sufrimiento de esa persona y Jesús dirá “cállate y sal de él”. La otra gran idea es que Jesús hablaba con autoridad, su palabra era distinta a la del resto.
Jesús va a proclamar la Buena Noticia de Dios donde se enseñan las tradiciones religiosas de Israel. Escuchar a Jesús, El habla con autoridad. Anuncia sin miedo a un Dios bueno. El diablo quiere echar a Jesús, pero Jesús siente lastima del hombre poseído y dice “cállate y sal de ese hombre”.
Las voces del mal impiden encontrarse con el bien, con Dios, por eso le manda callar. Jesús al curar libera. Despierta confianza y hace desaparecer los miedos. Lo importante que hay que destacar es el amor a Dios.
Jesús enseña con autoridad. No como los letrados. El evangelio es lo novedosos. En tiempos de Jesús y hoy también. No se ha inventado nada más novedoso que el evangelio. La autoridad de Jesús no procede del poder, ni tiene poder institucional. Su poder proviene del servicio y del amor a la gente.
En el mundo de hoy, hay crisis de autoridad. No creemos en la autoridad de los demás. Autoridad es igual a poder y no hay normas para adquirir el poder. Podemos recordar esa famosa frase de “sálvese quien pueda”. ¿De dónde sale la palabra con autoridad? Necesitamos una palabra que tenga autoridad. Esa palabra surge del amor. Necesitamos escuchar la palabra de Jesús.
La gente iba a la sinagoga. Nosotros vamos al templo. ¿Porqué voy al templo?, ¿qué puede aportar Jesús a mi vida? ¿estoy atento a lo que Dios me pide, o estoy pensando en mis cosas?
Nos ha llegado una experiencia nueva. Jesús hace nuevas todas las cosas y habla con autoridad.
Braulio Carlés
Párroco San José Artesano