HOMILIA 2º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Asistimos a un domingo vocacional. Rezamos mucho por las vocaciones y a penas tenemos seminaristas cerca. Cualquier tiempo pasado fue mejor dice el refranero popular; sin embargo, cualquier tiempo pasado puede que fuera peor. El efecto de rezar por las vocaciones está teniendo resultado. En muchos lugares del mundo hay vocaciones, en África, en la India, en América… Es aquí en Europa donde apenas hay. Podemos preguntarnos, ¿a qué es debido? Quizá el propio sistema, el egoísmo de las personas y de las familias, también de las familias cristianas…
El Señor nos llama a todos a una misión, a una tarea. Quizá quiera que nos comprometamos más en nuestra fe y como Eli en la primera lectura digamos “habla Señor que tu siervo escucha”. Unos discípulos de Juan siguen a Jesús, primero en silencio y luego es Jesús quien les interpela y les pregunta “¿Qué buscáis?”.
Esta es una pregunta esencial que no es fácil responder y que el Señor nos lo dice a todos nosotros como miembros de la comunidad que somos ¿qué buscáis? En esta sociedad cerrada que vive sus egoísmos y sus actitudes cerradas y superficiales, donde lo frívolo y pasajero ocupa los lugares de nuestra vida, Jesús nos hace una pregunta profunda ¿qué buscáis?
Nos podemos preguntar cada uno de nosotros, ¿qué busco, que buscamos en esta vida?. El Señor quiere aprovechar este domingo y preguntarnos “fulanito, fulanita ¿qué buscas?”
Para muchas personas, la vida es como un supermercado. La gente busca comprar cosas, buscan conseguir cosas que les sirvan de consuelo. Hay personas que buscan escapar del sufrimiento, del miedo, de la dificultad. Muchas personas buscan huir de cualquier momento y situación que les incomode. Y entonces, podemos preguntarnos cuando actuamos así, “¿hacia dónde vamos?”.
Hay personas que al ver el desastre de tantas cosas, buscan olvidarse de todo y de todos. Es como meter la cabeza bajo tierra como el avestruz. Hay personas que buscan cumplir con sus deseos de cada día y con sus necesidades diarias. Esto está algo mejor, pero ¿quedaría nuestro corazón satisfecho?, ¿alcanzamos así nuestra felicidad?…
Que duda cabe que el ser humano está llamado a más, buscamos más. Con frecuencia nos hemos olvidado de Dios. En estas navidades no ha sido el centro de los hogares. Es como si Dios estuviera en crisis y sin embargo, los que estamos en crisis, somos nosotros.
Tenemos necesidad de encontrarnos con Dios, de buscar a Dios. Tenemos que llegar a Dios. San Agustín se pasó gran parte de su vida buscando a Dios y no descansó, no encontró la felicidad hasta que no se encontró con Dios. Estaba dentro de El y ahí encontró la felicidad plena y verdadera.
Dios se deja encontrar, está deseando poder perdonarnos. Dice Juan Pablo I, cada vez que pecamos le hacemos un regalo a Dios, porque le damos la oportunidad de poder perdonarnos. Con Elí podemos decir “habla Señor que tu siervo escucha”.
Si escuchamos a Jesús, tenemos que seguirle. Jesús nos invita a tener experiencia de él; unos le siguen en intimidad y radicalidad, otros buscando el Reino de Dios, pero quiere que todos le sigamos.
Decía Benedicto XVI que no seguimos a una idea, seguimos a una persona, seguimos a Alguien. Entonces, tenemos que vivir como vivía Jesús. Una manera pobre y sencilla, dando importancia a lo que daba Jesús. Escuchar, acoger, perdonar, amar, vivir en auténtica clave de misericordia, con todo y con todos. Contagiemos esperanza como contagió Jesús, especialmente a los que se sienten más pecadores, más pobres, más descartados, a los últimos. Los discípulos atraídos por Jesús no pueden vivir sin él.
Nosotros si queremos seguir de verdad a Jesús, tener sus mismos sentimientos tenemos que vivir en auténtica y constante actitud evangélica. El Señor nos bendiga a todos.
Braulio Carlés
Párroco San José Artesano