HOMILÍA 1º CUARESMA (18-02-2024)
La palabra de Dios de hoy, nos sitúa en el primer domingo de Cuaresma. Tres son las ideas que nos presenta el evangelio de este primer domingo. Nos presenta a Jesús tentado en el desierto, nos invita a la conversión personal y hoy también tenemos que pensar en la conversión comunitaria. En tercer lugar, nos dice que está “cerca el Reino de Dios”. Vamos a profundizar un poco en estas ideas.
Hace falta una profundización sería a todo esto por un lado la oración y la formación de la comunidad en diferentes ámbitos. Es necesario que la comunidad sepa a parte de todo lo personal que cada uno podamos aportar, también caer en la cuenta en la formación y en la oración que ofrecen los diferentes momentos de la comunidad parroquial.
Todos tenemos tentaciones, lo que no tenemos que hacer es consentirlas, porque al consentirlas nos apartamos de Dios, aunque él no se aparte nunca de nosotros, como dicen los místicos. No debemos nunca dialogar con el diablo. El sabe más que nosotros y nos hará caer en el pecado. Nos lo dice muchas veces el Papa Francisco. Tenemos que sacrificarnos y esforzarnos por ser fieles a la voluntad del Padre. Todo esto nos lleva a la conversión a la que Jesús nos llama a todos.
Convertirse, significa pararse a pensar, revisar cuál es el enfoque de nuestra vida, cómo va nuestra vida. Tenemos que ver, si hay que revisar nuestra manera de pensar. ¿Qué significa esto para el hombre de hoy?. Para muchas personas hablar de conversión puede que sea un término obsoleto y absurdo. A mucha gente le da sentido a los carnavales, al entierro de la sardina, a los días de vacaciones donde los haya habido… pero, “convertíos, está cerca el Reino de Dios”, seguramente para mucha gente hoy no dice nada.
El Espíritu Santo envía a Jesús al desierto. La vida de Jesús no va a ser fácil. Le esperan pruebas, cruces, dificultades. Por eso, va al desierto. El desierto es un lugar insólito. Es el mejor lugar para escuchar la voz de Dios. Dicen que la Iglesia, la sociedad, están en crisis. El desierto es el mejor lugar para volver en tiempos de crisis. Satanás intenta destruir el plan de Dios.
Hoy vivimos momentos de indiferencia ante la fe, crisis, mundanización, superficialidad de tantas cosas, la verdad no existe, puede que la mentira te lleva al éxito, muchos populismos y poca profundidad. Por eso, quizá el Señor quiere algo de nosotros y nos esté mandando al desierto.
El desierto es un lugar inhóspito. El Espíritu Santo está con nosotros, incluso en nuestros peores momentos. La tentación no es pecado. Jesús tuvo tentaciones. Todos podemos tener la tentación de apartarnos de Dios. ¿De qué sirve ser buenos, si parece que el bueno lo pasa peor?. Las tentaciones se presentan de manera diferentes.
Podemos elegir libremente apartarnos de Dios; rechazar su camino. Jesús sintió la tentación de no ser fiel al Padre. Sin embargo, dijo “hágase tu voluntad”. La oración es un momento imprescindible para superar la tentación.
Estamos en Cuaresma debemos intensificar la oración, tanto la personal como la comunitaria. La personal cada uno debe buscar momentos diferentes. A la comunitaria no se llega sin la personal. La parroquia también ofrece momentos para rezar comunitariamente, las vísperas de los martes, la adoración de todas las tardes, el viacrucis de los viernes o la Eucaristía diaria y dominical. Las mañanas tenemos la Iglesia abierta para que todo el mundo que pueda y quiera esté un rato con el Señor dando le gracias, adorándole, pidiéndole…
Si no somos una comunidad que ora, haremos muchas cosas buenas, pero no pasaremos de ser una ONG, con todo lo positivo y valioso que aportan las ONGs. Nosotros tenemos que hacer todo lo que hacemos buscando la evangelización y llevando a Dios a todos, especialmente a los que más sufren, con nuestro testimonio de vida y de fe.
El Espíritu Santo después de llevar a Jesús al desierto, le llevó a proclamar el evangelio del Padre. Nosotros también seremos tentados. Nosotros también somos enviados por el Espíritu Santo par ir con palabras y obras a anunciar el amor del Padre.
Tenemos que decir a la gente la necesidad de conversión que no es de santidad, pero si de ponernos en camino para acercarnos a esa santidad, como una utopía por la que tenemos que luchar por la gracia de Dios. Hoy hay poco sentido de pecado. Y yo, ¿tengo sentido de pecado?, ¿ consiento el pecado?, ¿me da igual?.
Tenemos la tentación de seguir la mediocridad, en dejar las cosas a medias, porque qué más da, con la cantidad de obligaciones y ocupaciones que tenemos, con el estrés en el que vivimos, no hay espacio para Dios. Sin embargo, el Espíritu Santo nos dará la fuerza y la gracia necesaria para construir el Reino de Dios, porque está cerca y quiere habitar en esta Cuaresma en nuestros corazones y así prepararnos para vivir con autenticidad los misterios de la muerte y resurrección de Jesucristo.
Braulio Carlés
Párroco San José Artesano